Hablar de granjas de contacto puede llegar a ser un contrasentido estrictamente hablando, después de todo el concepto clásico de una granja es el de animales domésticos conviviendo con los seres humanos quienes no sólo tienen contacto con ellos sino que además los cuidan y se aseguran de que todo vaya bien.
En este sentido la granja por definición es de contacto, sin embargo desde finales del siglo XIX, con la migración desde el área rural a la urbana a consecuencia de la industrialización cada vez menos personas tuvieron contacto con los animales en una granja y, lo que otrora fuera la norma, se convirtió en una excepción.
Así pues, en los últimos 100 años las personas se han ido alejando del modo de vida rural concentrándose cada vez más áreas urbanas donde el contacto con los animales es muy escaso por no decir nulo; limitándose a las mascotas y, en algunos casos, a los zoológicos ubicados en distintas ciudades.
El problema del zoológico es que los animales no se encuentran en su medio ambiente natural y además el contacto no va más allá del visual toda vez que suele tratarse de animales potencialmente peligrosos, de allí que la relación de los seres humanos con los animales que se había venido desarrollando durante al menos 2000 años cambiara drásticamente en el último siglo.
A consecuencia de esto pocas personas tienen la oportunidad de tener la experiencia real del contacto con los animales, incluso en el medio rural, debido a la industrialización de las formas de explotación agropecuarias, existiendo casos donde un adulto nunca vió en su vida un caballo o una vaca, animales al lado de los cuales prácticamente se crecía antes de la revolución industrial.
Preocupados por esta situación donde los seres humanos se centran cada vez más en sí mismos, tomando como punto principal de la civilización las ciudades, y desconociendo (consciente o inconscientemente) el derecho de otras especies a la coexistencia; varios grupos ambientalistas a finales del siglo XX comenzaron a promover las granjas de contacto así como los zoológicos de contacto como una forma de «volver a lo esencial» retomando ese contacto perdido con los animales de granja, especialmente durante la infancia.
A diferencia de los zoológicos clásicos, en las granjitas de contacto así como en los zoo de contacto los animales no son leones ni elefantes sino animales de granja, comunes y corrientes, mansos, dóciles y cercanos al ser humano, como lo han sido durante más de dos milenios.
Luego de visitar una granja de contacto ya las vacas, las ovejas y los caballos no serán más una foto en un libro o la imagen en un programa de TV, por el contrario, la percepción de los visitantes cambia drásticamente, sensibilizándose así hacia los animales a los cuales comienza a ver como un ser vivo y no como un concepto abstracto.
En Gordon’s Farm siempre hemos estado motivados por la conservación y el amor a la naturaleza por lo que tiempo atrás decidimos dar un paso más allá y en lugar de esperar que las personas fueran a la granja de contacto, decidimos llevarla a ellos.
Así pues, desde hace más de 10 años cientos de niños y adultos han tenido la oportunidad de recibir en su casa un pedacito del campo, con nuestros animales, pacas de heno y «granja portátil». Ahora no importa si vives en un apartamento, una casa o un condominio; con Gordon’s Farm podrás tener contacto con los animales que han acompañado a la humanidad desde incluso antes de las primeras civilizaciones.
Después de interactuar con las ovejas, cochinitos, patos, vacas e incluso nuestros caballos, la percepción de los niños (y de los adultos) cambia, ya no ven a los seres humanos como el centro del universo y comprenden la importancia de tratar con respeto a los animales toda vez que nuestra propia subsistencia depende de ellos.
Además de ser una experiencia divertida, emocionante y diferente, la granja de contacto es también una experiencia educativa que marcará positivamente de por vida a todos los que tienen la oportunidad de vivir esta hermosa experiencia.